Tinta libre 56
4 €
El reportaje La hora de las malas madres repasa las nuevas formas de ejercer la maternidad; mientras que El #MeToo de cada día recoge los casos de discriminación laboral que se dan en todos los ámbitos
La activista Helga Goetze, la artista Ana Mendieta, las escritoras Virginie Despentes y Carmen de Burgos o la filósofa Simone Weil son algunas de las protagonistas del número de marzo
Dedicarle el mes de marzo a las mujeres tiene más de paradójico que de progresista. En general, ocurre con las efemérides. Hay días sin humos y otros en los que apagamos la luz para ahorrar energía; hay días que reforestamos bosques y otros en los que cerramos el grifo al lavarnos los dientes; pero, en este caso, estamos tratando de algo que nos concierne de tal modo como el nacer, el comer o el simple existir. Quizás por eso aquí, en esta casa, partimos de la base de que todos los meses son marzo y todos los días debieran ser 8 de marzo. Es la casilla de salida, huelga decirlo.
Hay mil maneras de celebrar la revolución feminista y, la más sensata, desde nuestro punto de vista, es trabajar para que las cosas marchen por igual para hombres y mujeres, y que en esa tentación no caigamos en ningún tipo de demagogia, aunque haya muchos elementos discordantes, incluso entre las propias filas del feminismo. Sin embargo, a continuación de los buenos deseos vienen las estadísticas y las denuncias por acoso, malos tratos o violaciones, la brecha salarial (como se explica en el reportaje El #MeToo laboral de cada día) y las ganas de rebelarse contra el tabú de la maternidad (sobre nuevas formas de crianza escribe la periodista Sara Montero en La hora de las malas madres); y ahí es cuando dan ganas de gritar, un grito valiente, tolerante como el que arranca de nuestra portada y que va dirigido contra esa manada que sigue anclada en los más retrógrados principios del patriarcado. Si a ello añadimos que este 8 de marzo coincide con que el presidente de la nación más poderosa del planeta acaba de taparle la boca, otra paradoja, a una estrella del porno, vamos apañados.
Nuestro marzo feminista es una mirada abierta sobre una revolución plural que no cesa de reinventarse y mudar de piel y de color. Ya no hay un morado único ni un #MeToo solamente de Hollywood. Algunos temas del feminismo clásico de los tiempos de Betty Friedan (a quien dedicamos nuestra contraportada) son hoy una reliquia para ese hervidero de activismos que arranca de las redes sociales y tiene intérpretes tan auténticas como la escritora francesa Virginie Despentes, entrevistada para este número de marzo. En esas voces está la diferencia y el verdadero pulso que se libra contra el patriarcado. De las crónicas sobre las condiciones de las obreras en el Nueva York de finales del siglo XIX que nos trae Nellie Bly, de la defensa encarnizada del divorcio por parte de Carmen de Burgos en la mojigata España de las primeras décadas del siglo XX, del Follar es paz de Helga Goetze en el Berlín de los setenta, o de la lucha descarnada de Simone Weil en pos de la verdad, los acentos de la mujer que se recogen en este número caminan en una misma dirección: igualdad, tolerancia, respeto.
Según las previsiones de la OIT faltan todavía 70 años para que se acabe de reparar la brecha salarial en el mundo. Una agenda similar a la del intento por paliar los estragos del cambio climático. Datos estremecedores que hablan de un futuro incompleto. El Parlamento español acaba de aprobar (con la oposición del PP) una enmienda en favor de empezar a trabajar para subsanar esa herida. Esperemos que este marzo sea el inicio de algo más que buenas palabras. Y que todos los meses tengan al menos un poco de marzo para seguir avanzando.
tintaLibre está a la venta a partir del viernes 2 de marzo en quioscos y librerías de toda España.
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La activista Helga Goetze, la artista Ana Mendieta, las escritoras Virginie Despentes y Carmen de Burgos o la filósofa Simone Weil son algunas de las protagonistas del número de marzo
Dedicarle el mes de marzo a las mujeres tiene más de paradójico que de progresista. En general, ocurre con las efemérides. Hay días sin humos y otros en los que apagamos la luz para ahorrar energía; hay días que reforestamos bosques y otros en los que cerramos el grifo al lavarnos los dientes; pero, en este caso, estamos tratando de algo que nos concierne de tal modo como el nacer, el comer o el simple existir. Quizás por eso aquí, en esta casa, partimos de la base de que todos los meses son marzo y todos los días debieran ser 8 de marzo. Es la casilla de salida, huelga decirlo.
Hay mil maneras de celebrar la revolución feminista y, la más sensata, desde nuestro punto de vista, es trabajar para que las cosas marchen por igual para hombres y mujeres, y que en esa tentación no caigamos en ningún tipo de demagogia, aunque haya muchos elementos discordantes, incluso entre las propias filas del feminismo. Sin embargo, a continuación de los buenos deseos vienen las estadísticas y las denuncias por acoso, malos tratos o violaciones, la brecha salarial (como se explica en el reportaje El #MeToo laboral de cada día) y las ganas de rebelarse contra el tabú de la maternidad (sobre nuevas formas de crianza escribe la periodista Sara Montero en La hora de las malas madres); y ahí es cuando dan ganas de gritar, un grito valiente, tolerante como el que arranca de nuestra portada y que va dirigido contra esa manada que sigue anclada en los más retrógrados principios del patriarcado. Si a ello añadimos que este 8 de marzo coincide con que el presidente de la nación más poderosa del planeta acaba de taparle la boca, otra paradoja, a una estrella del porno, vamos apañados.
Nuestro marzo feminista es una mirada abierta sobre una revolución plural que no cesa de reinventarse y mudar de piel y de color. Ya no hay un morado único ni un #MeToo solamente de Hollywood. Algunos temas del feminismo clásico de los tiempos de Betty Friedan (a quien dedicamos nuestra contraportada) son hoy una reliquia para ese hervidero de activismos que arranca de las redes sociales y tiene intérpretes tan auténticas como la escritora francesa Virginie Despentes, entrevistada para este número de marzo. En esas voces está la diferencia y el verdadero pulso que se libra contra el patriarcado. De las crónicas sobre las condiciones de las obreras en el Nueva York de finales del siglo XIX que nos trae Nellie Bly, de la defensa encarnizada del divorcio por parte de Carmen de Burgos en la mojigata España de las primeras décadas del siglo XX, del Follar es paz de Helga Goetze en el Berlín de los setenta, o de la lucha descarnada de Simone Weil en pos de la verdad, los acentos de la mujer que se recogen en este número caminan en una misma dirección: igualdad, tolerancia, respeto.
Según las previsiones de la OIT faltan todavía 70 años para que se acabe de reparar la brecha salarial en el mundo. Una agenda similar a la del intento por paliar los estragos del cambio climático. Datos estremecedores que hablan de un futuro incompleto. El Parlamento español acaba de aprobar (con la oposición del PP) una enmienda en favor de empezar a trabajar para subsanar esa herida. Esperemos que este marzo sea el inicio de algo más que buenas palabras. Y que todos los meses tengan al menos un poco de marzo para seguir avanzando.
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EAN :9789200257469
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Año 1ª edición :2018
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Editorial :
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