Materia
Editorial
ISBN
978-84-330-2466-4
EAN
9788433024664
Número de páginas
120
Idioma
Castellano
Estado
Disponible
Fecha edición
Mar, 02/01/2011 - 01:00
Fecha alta
Mar, 06/14/2011 - 02:00
Primera edicion
2011
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Aquellos a quienes elegimos como hijos configuran nuestra alma. Yo elegí tener a mi hijo José y él me ha enseñado a mirar la vida y a mí misma a través de sus ojos. Este libro recoge esa mirada y todas esas cosas que me hubiera gustado que alguien me contara, primero, sobre lo que significa ser madre y luego, sobre ser madre adoptiva. Cosas que casi nunca se dicen y yo eché de menos.
...Nadie me dijo que llevaba tiempo saberse madre, llevaba tiempo, horas, minutos, tardes de parque, lavadoras, purés y peluches llegar a saberse madre. Ni que ese tiempo adquiría otra dimensión, que entras en un tiempo que no es el tuyo, porque el tuyo murió y el nuestro aún no ha llegado. Ni que habría momentos en que deseabas parar el tiempo, y otros que pasara tan deprisa que no pudieras ni vivirlo
(...)Pero, sobre todo, no sabía que llegaría un momento donde las fronteras de mi ser no estarían en mi piel sino en la suya, en el que miraría mi vida a través de sus ojos, y la vería cargada de otros colores, de otros brillos y otras penumbras. No sabía que yo también nacería de nuevo...
Soy psicóloga infantil, y estaba acostumbrada a trabajar con familias. Ahora soy madre. Mi hijo José y yo somos, como dice él, una familia de dos y muchos más. Este libro recoge nuestra historia. Pero mi testimonio en este libro no es sólo como madre ni sólo como profesional. Estas páginas pretenden ser mi voz, una única voz, porque ya no puedo separar la madre y la profesional. Ni puedo ni quiero.
Escribe Rosa Regás en su prólogo al libro:
"...La verdadera libertad, la de luchar por ser quienes queremos ser, compartir la vida con quien queremos compartirla y crear un vínculo de profundo amor con un ser nacido de nuestra propia elección, creado y amado por el efecto de nuestra conciencia y de nuestra voluntad. Sólo por esto ya somos mejores nosotros y, en buena parte, el mundo que nos toca vivir. Transmitir esos descubrimientos y esas vivencias es colaborar de la mejor manera posible al desarrollo de las facultades que tenemos a nuestro alcance para mejorar el bien de todos, es pasar de lo particular a lo general, del egoísmo a la generosidad.
Así es este libro que tengo el honor de prologar: la lucha por un mundo mejor a partir del conocimiento de lo que nos ocurre. Un ejemplo definitivo de compromiso social y familiar, utilizando para ello valores tan positivos como la conciencia, el pensamiento, el sentimiento, el amor, todos al servicio de la libertad."
...Nadie me dijo que llevaba tiempo saberse madre, llevaba tiempo, horas, minutos, tardes de parque, lavadoras, purés y peluches llegar a saberse madre. Ni que ese tiempo adquiría otra dimensión, que entras en un tiempo que no es el tuyo, porque el tuyo murió y el nuestro aún no ha llegado. Ni que habría momentos en que deseabas parar el tiempo, y otros que pasara tan deprisa que no pudieras ni vivirlo
(...)Pero, sobre todo, no sabía que llegaría un momento donde las fronteras de mi ser no estarían en mi piel sino en la suya, en el que miraría mi vida a través de sus ojos, y la vería cargada de otros colores, de otros brillos y otras penumbras. No sabía que yo también nacería de nuevo...
Soy psicóloga infantil, y estaba acostumbrada a trabajar con familias. Ahora soy madre. Mi hijo José y yo somos, como dice él, una familia de dos y muchos más. Este libro recoge nuestra historia. Pero mi testimonio en este libro no es sólo como madre ni sólo como profesional. Estas páginas pretenden ser mi voz, una única voz, porque ya no puedo separar la madre y la profesional. Ni puedo ni quiero.
Escribe Rosa Regás en su prólogo al libro:
"...La verdadera libertad, la de luchar por ser quienes queremos ser, compartir la vida con quien queremos compartirla y crear un vínculo de profundo amor con un ser nacido de nuestra propia elección, creado y amado por el efecto de nuestra conciencia y de nuestra voluntad. Sólo por esto ya somos mejores nosotros y, en buena parte, el mundo que nos toca vivir. Transmitir esos descubrimientos y esas vivencias es colaborar de la mejor manera posible al desarrollo de las facultades que tenemos a nuestro alcance para mejorar el bien de todos, es pasar de lo particular a lo general, del egoísmo a la generosidad.
Así es este libro que tengo el honor de prologar: la lucha por un mundo mejor a partir del conocimiento de lo que nos ocurre. Un ejemplo definitivo de compromiso social y familiar, utilizando para ello valores tan positivos como la conciencia, el pensamiento, el sentimiento, el amor, todos al servicio de la libertad."