Arturo González Laborda presentará el miércoles 9 de marzo, a las 19:30 horas, en La Pantera Rossa el poemario "De viaje", con lectura de poemas del libro y proyección de fotografías. Le acompañará el poeta Emilio Pedro Gómez.

Arturo González Laborda, nacido en Zaragoza en los 80, durante siglos vive quemando sus composiciones en el fuego del hogar propio o ajeno. Salva apenas algunos relatos cortos, poemas y artículos de opinión para revistas y publicaciones de ámbito local.

En la actualidad se gana la vida y demás condenas como médico de familia en un pueblecito isleño desde donde puede olerse el mar. Participa asiduamente en recitales de poesía, slams, lecturas, conciertos..., a ambos lados del Mediterráneo, colabora en varios números de la revista literaria La Bolsa de Pipas y en 2011 publica un pequeño poemario (“Dietario de amor y otras fiebres”) en la Editorial Casa Eolo, de Huesca.

Recientemente acaban de editarle, a modo de regalo, una segunda colección de poemas con el título "De viaje". Colecciona lugares increíbles y recuerdos que parecen sueños, y su mayor anhelo es mudar de forma y de materia, de médico-poeta a poeta-médico. Esperando el próximo tren, escribe, viaja, ama…, no siempre en el mismo orden.

Mañana no iré a trabajar.
Tengo que escribir un poema que refleje lo que siento en este momento.
No lo que sentía ayer o lo que, probablemente, sentiré mañana.
Lo que siento ahora.
Mi jefe no lo entenderá. No hay poesía en su vida...probablemente.
No se si hay poesía en mi vida.
Pero sí estoy seguro de buscar vida cuando escribo mis poemas.
Es uno de los motivos por los que escribo.
A veces me pregunto, rememorando a grandes poetas y dramaturgos,
¿por qué no habla del amor eterno, de la soledad, de la inmortalidad, del tiempo,
de la fe, del valor, de la muerte, de la cobardía, del miedo, de la desesperación...
mi poesía?
¿Por qué no habla de las cosas que importan al ser humano?
¿Seré yo un ser humano?
Mi poesía habla de lo que veo por la ventana cuando viajo en autobús.
Habla de la gente.
Por fuera, por dentro, se huele, se mastica, se palpa, se estira, se rompe...
Y por supuesto, se puede ver, como Matrix, cuando miras por la ventana, cuando pagas tus impuestos,
cuando ayudas a tu casera a sacar la basura...

Soy feliz capturando imágenes en menos de mil palabras,
instantes, sutiles en el tiempo y el espacio, que casi casi se pueden rebobinar.
Me gusta hacer malabares con esas décimas de segundo
inventarles un cielo, llenarlas de sueño, de luces y carambolas.
De animales de vivos colores, de astros espumosos y bandas sonoras.
De vida.

Yo soy gente.
Y mañana no iré a trabajar.
Tengo que escribir un poema que refleje lo que siento en este momento y aún no he empezado.
Sólo veo fracciones de tiempo y caricias.
Mi jefe no lo entenderá.