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Se prepara la segunda edición de 'El corazón del sueño'
El cómic El corazón del sueño late con toda la fuerza revolucionaria del verano y el otoño de 1936. Laten todos los corazones que recorren sus viñetas; algunos tan conocidos como Buenaventura Durruti, Cipriano Mera o Juan García Oliver, y otros no tanto, como Antoine Gimenez, Francisco Maroto o José Villanueva. Destaca la gran cantidad de nombres femeninos (Soledad Estorach, Simone Weil, Joaquina Dorado, Teresina Torrelles, etc) rescatados del olvido, cuyas vivencias forman parte de la creación colectiva que supuso la revolución española.
No es un cómic de guerra, pero ésta se va imponiendo en el relato. La construcción de la Historia, de una Historia diferente, con otra organización social, practicada en las colectividades, y unos valores distintos a los establecidos, requería de muchos brazos y muchas mentes que a la vez eran muy necesarios en el frente. El debate estaba servido, ¿cuál habría de ser la prioridad?
El cómic comienza con un prólogo que enseña a la lectora cómo era la situación previa al verano del 36. La propaganda política, la labor de las escuelas, la organización anarcosindicalista y el tejido social del entorno libertario. Unas breves pinceladas que sirven para ubicar la historia y para aclarar que una revolución es un trabajo a largo plazo, que requiere tiempo y dedicación y, cuando llega el momento, son muchas las ilusiones por llevarla adelante. La revolución supuso la colectivización de los campos y las fábricas, la autogestión de la producción pero también la crítica a la prostitución, el alcohol, el matrimonio, esto es, a una serie de valores e instituciones sociales impropias de un nuevo orden de ideas. Y en paralelo a esta construcción social, económica, emocional, política, etc, había que batallar al fascismo. Era necesario librar una guerra y eso supuso dedicar unos esfuerzos desmesurados, con sus consecuencias.
Además de la historia narrada, el cómic contiene múltiples documentos que lo enriquecen. Se trata de portadas periodísticas, carteles propagandísticos, la moneda de la revolución, panfletos. Todos ellos corren paralelos al relato, aportándole una importante dosis de verosimilitud.
Rubén Uceda, con su tercer trabajo, muestra, además de una gran admiración por el periodo histórico retratado, el fruto de una interesante investigación bibliográfica y su plasmación en una obra artística, cuyos secretos maneja con destreza. La narración está compuesta por este mosaico de vivencias de unos meses de actividad intensa, de ilusiones y de realización de sueños. A través de múltiples personajes vamos avanzando en la historia. Una historia que tan pocas veces nos cuentan, pero que grita todavía hoy, casi un siglo después, para que no nos olvidemos de ella.
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