Presentación de 'Visible como el aire, legible como la muerte', de Mohsen Emadi
El sábado 7 de julio, a las 20 h, presentamos un libro de poemas, de esos que se te quedan adheridos a la respiración. Se titula Visible como el aire, legible como la muerte (Olifante, 2012), y su autor es Mohsen Emadi, un poeta iraní que vive exiliado por pertenecer al Movimiento Verde que lucha contra el régimen de Ahmadineyad. Contaremos con el autor y con compañeros de la editorial Olifante.
Mosen ya publicó en la misma editorial Las leyes de la gravedad, un libro donde su poesía contenía mucha denuncia social y política, recuerdos de los tiempos de antes de la dictadura... En este nuevo libro, quizá porque se ha escrito viviendo cada pocos meses en un lugar distinto, siempre viajando, o por no vivir tan de cerca los conflictos, se aleja un poco de la poesía política para acercarse al tema central de la Ausencia.
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El poeta, escritor y traductor Mohsen Emadi nació en Sári, capital de la provincia de Mazandarán, en el norte de Irán, cerca de las orillas del mar Caspio, el 29 de octubre de 1976. Escribe poesía desde su infancia. Se considera anarquista y ateo, y es miembro del Movimiento Verde iraní, enfrentado con el régimen teocrático y totalitario instaurado en Irán. En 2010 recibió el Primer Premio Internacional Poesía de Miedo, convocado por La Casa del Poeta, y en 2011 obtuvo la IV Beca Internacional Antonio Machado.
Biografía completa en: http://mohsenemadi.com/?q=node/2
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10
Con cada «ojalá» creamos un paraíso,
«¡ojalá la hubiera besado!»
En el paraíso
la despeina el viento
y se cubren sus mejillas de lágrimas.
En el incendio arde Troya
y los espectros nos sopesan con la balanza de sus ojos.
«¡Ojalá no la hubiera besado!»
y subimos tiritando la escalera del infierno.
El viento la despeina aún más,
se limpia las lágrimas y sonríe.
Huyen los espectros
seguimos en pie sobre la tierra
imaginando todavía otro paraíso.
11
Nadie recuerda su nacimiento
Nadie ha regresado de la muerte
Por la muerte
conocemos las cosas
las palabras se aclaran
se acercan
solamente al encontrarlas
al borde de la muerte.
Te yergues de espaldas a la ventana
una estrella brilla alrededor de tus ojos.
Tal vez la distancia entre nosotros
exceda la vida
de todas las palabras.
Te llevo
a la cama
junto a la prehistoria
de las palabras.
Hace siglos
murió la estrella
cuya luz
no es sino el último estertor
de un ser
que atraviesa el vacío
entre estrellas
y palabras.
Te beso
sin saber
por qué vacío
por qué palabras
por qué historia
habrá pasado el sabor
de este beso.
28
A los dieciséis
quisiste ser aquel vestido que abrazaba su desnudez.
A los veinticinco,
hacerte un globo entre sus manos para estallar en ellas
o un periódico con grandes titulares: «escapa el Shah»
para que se hiciera un sombrero obsoleto
y cada vez que lo quisiera
te encerrara,
te fusilara.
A los sesenta
tal vez ser silencio de sepulcro,
siglos a la espera del gozo.
A los treinta,
sin embargo,
la distancia entre el vestido y la tumba es un poema.
Lo tiendo al sol.
Mis dieciséis vapores,
mis veinticinco estallidos,
mis sesenta gotas,
y mis treinta años
recogen el poema del alambre,
lo arrugan,
y completamente solo
se marcha.
(De Visible como el aire, legible como la muerte)
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