Marx en españa
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A partir del triunfo soviético en el país de los zares, el marxismo adquirió la categoría de mito político e ideológico, con predominio de lo primero en la mayoría de los territorios por los que se expandiese como aurora de una nueva humanidad. En la presente obra, que supone una aportación llamada a erigirse en referente obligado, el historiador José Manuel Cuenca Toribio, desde el bagaje que le brinda su extensa y laureada trayectoria, aborda con su proverbial rigor y claridad de análisis cómo el pensamiento marxista encontró progresivo acomodo en el ideario cultural español, con especial énfasis en la segunda mitad del pasado siglo.
Ya en 1968, el marxismo se había instalado en los sectores intelectuales más dinámicos de la nación, informando un elevado porcentaje de su producción bibliográfica, y las principales editoriales del país ?sobre todo las radicadas en Barcelona, que ostentaba la capitalidad del libro español- acogían en sus equipos a profesores represaliados y a expulsados de sus claustros por mor de su participación en las huelgas gestadas en el tardofranquismo. Editoriales controladas por los principales bancos del país o en manos de empresarios de notoria ascendencia franquista tenían depositada toda su confianza en consejos, sociedades de redactores y cuadros intelectuales de creencias radicalmente opuestas a las de sus propietarios. Es éste un texto de notable enjundia, revelador del activo papel jugado por editores muy señalados, por periodistas de mayor y menor renombre, y por diferentes personalidades, en suma, de ese periodo crucial de nuestra reciente historia, cuyos ecos se dejan sentir aún con fuerza en el más rabioso presente.
Ya en 1968, el marxismo se había instalado en los sectores intelectuales más dinámicos de la nación, informando un elevado porcentaje de su producción bibliográfica, y las principales editoriales del país ?sobre todo las radicadas en Barcelona, que ostentaba la capitalidad del libro español- acogían en sus equipos a profesores represaliados y a expulsados de sus claustros por mor de su participación en las huelgas gestadas en el tardofranquismo. Editoriales controladas por los principales bancos del país o en manos de empresarios de notoria ascendencia franquista tenían depositada toda su confianza en consejos, sociedades de redactores y cuadros intelectuales de creencias radicalmente opuestas a las de sus propietarios. Es éste un texto de notable enjundia, revelador del activo papel jugado por editores muy señalados, por periodistas de mayor y menor renombre, y por diferentes personalidades, en suma, de ese periodo crucial de nuestra reciente historia, cuyos ecos se dejan sentir aún con fuerza en el más rabioso presente.
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